de Lowell B. Komie
Traducción de Laura Chalar
—Ay,
Mark— dijo la clienta cuando abrió la puerta—. Ay, Mark, no sé qué decirte.
Tengo tu cheque aquí, pero pasó algo espantoso.
—¿Qué
pasó?
—Operaron
al perro. Le cortaron las cuerdas vocales para que no pueda ladrar más.
Volutas
grises le nublaron la vista. No le demostraría nada de lo que sentía.
—Así
que ¿no necesitan mis servicios?
Ella
le tocó la mano.
—No.
Ya no te necesitamos. Los ladridos se terminaron. Deben haber recibido tu
carta.
—¿Y
le cortaron las cuerdas al perro?
—Sí.
Ella
le mostró el cheque librado a su orden por US$ 5000, y luego le pidió que la
siguiera hacia el canil del perro.
—¿No
podemos pagarte algo por la carta? Estoy autorizada a darte US$ 250. Quieren
que los tengas.
—No.
No quiero nada.