Andrea
Arismendi Miraballes
Prólogo
de Gustavo Espinosa
Ella era silvestre como aquellos
ratones que una vez encontró en un nido abandonado (seguramente la mamá ratona
habría sido cazada por algún otro bicho, más grande e incapaz de valorar el
infortunio de sus hijitos) y que Norma, su madre, luego de unos días ahogó en
un balde rebosante de agua porque sostenía que se iban a morir de hambre igual.
Juanita no supo qué hacer para defenderlos.