Dos cuadras sin aire

Hitachi


Julio César Guianze




“Después de pagar, Gastón y Franquito cruzaron la calle con la caja y las latas. Esquivaron la boletería y se sentaron en el mismo banco de siempre: el que está debajo del alero y de espaldas al nicho de vidrio de la virgen de Luján, que los miraba fijo, sordomuda, con los ojos de yeso pintado, como si tratara de evangelizarlos telepáticamente.
Abrieron la caja y destaparon las latas sin hacer caso del semicírculo de asco, murmullos y risitas que se armó cuando el tufo empezó a crecer.”