Dos cuadras sin aire

Confesiones de un oriental cuerdo, en desacuerdo

W. Darío Amaral



“Si a ciencia cierta supiera de que mi alma pudiese valer al menos dos o tres centavos de un dólar, no dudaría en ofrecerla al primer postor que corriese el riesgo de pagar esa miseria por ella. Pero el dilema venía siendo desde hacía tiempo el mismo: no encontrar siquiera el más zopenco y carcamán interesado en adquirir tamaño esperpento. Estaba claro que comenzaba a padecer las previsibles secuelas de haber hecho oído sordo a todo aquello que no tuviera alguna relación con lo que creía ciegamente podría trazar la accidentada línea de mi destino de escritor. En mi mundo no parecía existir con claridad un divorcio entre el escritor que pretendía llegar a ser y el hombre que en verdad me estaba convirtiendo; fracasar como escritor significaba para mí fracasar también como hombre.”