Sex Shop No es Pecado
De Mariana Casares Murcia amanece sin sol, veo callecitas estrechas e iglesias, muchas iglesias muy altas, estiradas hacia el cielo. Marrones. “Murcia es marrón”, pienso mientras me desplazo hacia la puerta del baño. Ayer de noche, cuando llegué, vi las iglesias como sombras recortadas y adelante, oficiando de escudo, un luminoso de neón celeste y rosado que se encendió y apagó como un grito en la noche: “Sex Shop No es Pecado”, la vidriera de la tienda prometía una cantidad de objetos de diversos tamaños y colores. Curiosidad, sin embargo lo que más me urgía era un buen baño. Tuve que pedir ayuda en la recepción, no podía abrir la puerta del baño y pensé que debía tener una llave especial. Pasé la tarjeta cerca, como si pudiera ser detectada por algún rayo infrarrojo que abriera todo milagrosamente. “Ábrete sésamo”, dije en voz alta. En cuatro patas busqué debajo de la cama algún interruptor, encendí y apagué la tele, la radio, el aire acondicionado, las luces, pero la puerta del baño no se abrió.